Todos somos distintos. Cada persona es única. Cada una posee diferentes dones y vocaciones. Dios sabía lo que hacía cuando te hizo tal como eres. Él quiere valerse de las aptitudes con que te ha dotado y ayudarte a cultivarlas para que puedas desarrollarte y sacar el máximo partido de tu situación.
El otro día leí algo que desde entonces me sigue dando vueltas en la cabeza: «El sistema por el que te riges hoy está concebido para obtener precisamente los resultados que obtienes hoy». A partir de ahí me propuse reaccionar de forma diferente a como suelo hacerlo.
Había encarado y vencido a los demonios de la inseguridad y el temor al fracaso. Me había lanzado a las profundidades, tomando pluma y papel para escribir mi primer artículo inspirativo.
Al terminar, lo leí varias veces. Bastante contento con mi modesto esfuerzo, lo envié a una revista mensual con la esperanza de que me lo publicaran.
¿Alguna vez se te ocurrió empezar a practicar un deporte, aprender a tocar un instrumento musical o simplemente salir de tu zona de comodidad y hacer algo nuevo y diferente? ¿Te sucedió que aunque tenías las ganas, siempre había algo que te impedía hacerlo? Pues bien, te contaré algo breve que me pasó a mí.
1. Haz una lista de todas las cosas buenas que gozas hoy en tu vida.
De niño vi muchos peces de colores, de los que llaman carpas doradas, en los acuarios de mis amigos. No me explicaba por qué tantas personas querían tener de mascotas a esos animalitos tan pequeños y poco interesantes.
—¿Podrías dar clases de inglés a mi señora? —oí que me decía una voz a mis espaldas en la feria (mercado) semanal del barrio donde vivimos en Chile. Me di vuelta, y frente a mí se encontraba un desconocido muy entusiasta, que me decía:
—Mi mujer necesita aprender inglés. Creo que usted es la indicada para darle clases.
Otra larga jornada laboral tocaba a su fin. En mi primer semestre como profesora de inglés cada día se me presentaban múltiples pruebas y obstáculos que no lograba superar. No sé por qué, pero los conceptos que intentaba hacer entender a mis alumnos les resultaban esquivos. Por eso gruñía después, cuando tenía que revisar sus exámenes. El director del colegio me había comentado que mis alumnos no estaban haciendo suficientes progresos en su inglés. Los padres se quejaban de mi metodología de manejo del aula. Es decir, era un fracaso en todos los aspectos de mi trabajo.
Este año hemos sido testigos de un trance inédito en nuestra vida: una proporción sin precedentes de la población mundial se ha visto gravemente afectada por la crisis de salud producto del COVID-19. Muchos todavía no se reponen y sufren aún las repercusiones de la pandemia.
Una mañana entré en la sala de mi profesor de música para comenzar una clase de violín y noté que había dos instrumentos sobre la mesa. Enseguida me atrajo el primero, que se veía nuevecito. Un violín nuevo es digno de admirar, con sus finas curvas, la superficie satinada y sin rayones, que brilla a la luz, y una voluta cautivadoramente contorneada con sus clavijas aún chirriantes.