Cuando te invada la preocupación y esa sensación de perplejidad y desconcierto, acércate a Mí. Descansa la cabeza en Mi hombro. Halla consolación en Mis promesas eternas. Presta oído a las palabras que te hablaré al alma y al pensamiento. Obtén fuerzas y paz de Mí.
No tengas reparo en confiarme de todo corazón tu vida y tu futuro. Recuerda que Yo hago bien todas las cosas. Pon tu mano en la Mía, y te conduciré por senda apacible poblada de bendiciones. Te guiaré en cada batalla que enfrentes en la vida, y te llevaré a lugares de paz, superación y victoria.
Aprende a amar con el mismo amor que te ha ayudado a salir adelante en muchas situaciones de apuro, el amor que te ha dado las fuerzas para seguir adelante, perdonar y seguir manifestando Mi benevolencia al prójimo. Ese amor incondicional cubrirá con un velo numerosas faltas y pecados —tanto tuyos como de otros— y resplandecerá la luz de Mi amor en el camino de los demás.1
Jesús
1. V. Santiago 5:20