Jesús tiene en Su corazón un lugar muy especial reservado para los niños. Como cristianos se nos llama a seguir Sus pasos y tratar de formar a nuestros hijos en el conocimiento de Dios y Su Hijo. Jesús nos enseñó a guiar mediante el ejemplo y a ser benévolos y comprensivos al criar a nuestros hijos, además de recordarles cómo quiere Dios que nos conduzcamos. Eso nos exige tener paciencia, una relación estrecha con Dios y un compromiso personal de actuar según Sus preceptos.
Aprender a orar y familiarizarse con las parábolas y versículos de la Biblia es parte integral de la etapa temprana de una formación cristiana. También hay fórmulas con que los padres podemos presentar principios morales con el objeto de que se arraiguen en la mente y el corazón del niño. El estudio de la Biblia exige bastante concentración y esfuerzo. Si bien es posible que los niños participen con entusiasmo, diríase que los más pequeños aprenden más y se lo pasan mejor jugando libremente. Me refiero a juegos que no sean estructurados ni tengan demasiadas reglas1 o expectativas.
¿Cómo incorporamos los preceptos divinos y a Dios mismo a los ratos que tienen los niños de juego libre? Les dejo algunas ideas que les podrían resultar con su familia. Una vez que vean lo fácil que es presentar a los pequeños la verdad expresada en la Biblia, seguro que se les ocurrirán muchas más ideas.
Creo firmemente que los niños aprenden con agrado y con rapidez las enseñanzas de la Biblia por medio del juego libre y dinámico. Haciendo de su fe algo entretenido en lugar de una tarea aburrida, contribuimos a dar a conocer a nuestros hijos el amor de Cristo.
Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará. Proverbios 22:6 (NVI)